lunes, julio 22, 2013

Tu muñeca no soy yo!

En estos tiempos que corren, ser seres humanos y humanas, no está nada fácil, vivimos en una sociedad que nos convierte a las personas en mercancías, en objetos de uso y desuso, como si fuéramos productos de consumo que se compran, se consumen y se desechan. Y sobre todo a las mujeres, estas relaciones de poder que se establecen entre los sujetos y sujetas sociales, nos han convertido casi que en muñecas y maniquíes vivientes que decoramos las vidas de quienes se creen nuestros amos o dueños. Y es que estas creencias culturales y sociales se establecen desde el momento en que nacemos y nuestra cultura y sociedad ya nos asigna unos valores, unas expectativas, roles y conductas que nos tocará cumplir según el sexo con que hayamos nacido. Así se espera que la niña sea o tenga un comportamiento dulce, tierno, delicado, que sea sumisa, quieta, tranquila y atenta con los asuntos del hogar y cuidados de sus miembros. Por el contrario se esperará que el niño sea inquieto, activo, que explore el mundo y hasta que invada o abuse de los demás, porque ese es su deber ser, porque está en su naturaleza. En realidad en este tipo de educación diferenciada, se le otorga y da más permisos al niño de que actúe según su propio criterio, según sus propias sensaciones y pensamientos, sin tomar en cuenta ni en consideración la del resto de las personas diferentes a él. En contraposición, a las niñas se les reprime y se ejerce más control sobre su comportamiento. Por eso es muy común escuchar que las adolescentes son mucho más maduras, que los adolescentes, y, con lógica y razón, si tomamos en cuenta que la sociedad les exige más responsabilidades a las niñas, sobre todo en su relación hacia los demás. La conducta social y familiar de las niñas, es más vigilada y supervisada que la conducta de los varones a quienes se les otorga más libertad, tanto en la casa como en la calle. Mientras esta falta de responsabilidades en la educación de los varones se traduce en un comportamiento irresponsable, egocéntrico y machista hacia los demás, las niñas y por ende las mujeres, se acostumbran a sacrificarse, a autoanularse, quedando en muchos casos invisibilizadas, oprimidas y explotadas, tanto por sus familias como por el resto de la sociedad.

La primera responsabilidad que tenemos las mujeres en este mundo androcéntrico y patriarcal, es aprender a ser responsables con nosotras mismas, porque esta explotación e invisibilización que sufrimos las mujeres en esta sociedad capitalista de tradición machista, ha hecho que la mujer se olvide de sí misma, y de su propia voluntad, dejándose manipular, utilizar y explotar por los otros. Porque se le ha hecho creer consciente e inconscientemente que ella está aquí en esta vida y en este mundo para complacer y hacer feliz a los otros, aunque este mandato le cueste su propio placer y felicidad y hasta su propia vida. Por eso el primer mandato que debemos cumplir las mujeres, es conocernos a nosotras mismas, porque hasta esto, tan fundamental en los seres humanos y humanas, en todas las personas para su autoestima y autorespeto, nos lo ha negado esta cultura y sociedad machista donde vivimos. Así que para emanciparnos y que las mujeres nos empoderemos, tenemos el deber y la obligación de conocernos, amarnos y respetarnos primero a nosotras mismas.

Por eso tu muñeca no soy yo, ni puedo ser la mujer de tu vida porque ya soy la mujer de la mía.