jueves, febrero 05, 2015

CINE COMUNITARIO EN VENEZUELA



"Ésta es la segunda parte de la charla que el presidente del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) venezolano, Juan Carlos Lossada, dio en el Centro de la Diversidad Cultural de Venezuela en España. El conversatorio llevó por título Los logros del cine venezolano, y esta segunda entrega que el portal de Ibermedia transcribe para sus lectores está dedicada a una de las experiencias más increíbles, ejemplares y esperanzadoras de educación audiovisual surgidas en Iberoamérica y probablemente en todo el mundo: el Cine Comunitario de Venezuela. Es decir, películas concebidas y producidas por creadores de pueblos y comunidades indígenas, y difundidas en festivales celebrados en todas las regiones de dicho país. Como dice Lossada, se trata de un cine en el que los venezolanos que no viven en las grandes urbes se pueden ver. O mejor dicho: en el que, gracias a ellos mismos, empiezan a verse.
Por JUAN CARLOS LOSSADA
En la primera parte de esta charla hemos hablado del cine —vamos a decirlo así— convencional, industrial, que se hace en Venezuela; es decir, el tipo de cine que podemos ver en las salas comerciales. Pero también hay otro filón, que nosotros llamamos Cine Comunitario, y que no tiene ninguna pretensión de emular una fórmula. Se trata de un cine que se está descubriendo a sí mismo, que se está inventando y reinventando con frescura, con plena libertad, y creo que eso es muy esperanzador. Dice mucho de Venezuela, porque habla de un país diverso, tal y como reza el capítulo de los derechos culturales de la Constitución nuestra. Una Venezuela multicultural, pluricultural, y multiétnica.
Cine Comunitario en Venezuela. Proyección en comunidades. © CNAC.
Cine Comunitario en Venezuela. Proyección en comunidades. © CNAC.
El Cine Comunitario nace de la idea de reunimos con más gente a la que le interesa asumirse como creadores audiovisuales. El resultado tiene que ver con un trabajo previo en los siete años precedentes: una labor de acercamiento, de formación. Hay lugares en Venezuela a los que sólo se llega a lomo de bestia y hay lugares a los que sólo se puede acceder en esas pequeñas embarcaciones que llamamos curiaras, en el delta del Orinoco. Hay lugares donde no hay caminos, hay lugares donde no hay electricidad. Es decir, hay lugares donde la profundidad de las culturas asume sus propios colores, colores locales. Y la gente agradece la posibilidad de empezar a tener determinadas herramientas para expresarse. A eso se refiere la constitución de 22 redes populares de cine en 22 de nuestros 23 estados.
Queremos hacer de esa gente sujetos de derecho. Ya lo son. Tienen derecho de acceder en las mismas condiciones que cualquier ciudadano de la urbe. Queremos promover desde el gobierno nacional todo lo que sea necesario para hacer Cine Comunitario y ver qué va resultando de ello. Algunos de los proyectos que han surgido de allí han participado incluso en festivales. Hay un programa que se hizo con niños y niñas, con técnicas de stop-motion, que participó en un par de festivales en Brasil. Chicos de 11, 12 o 13 años que no sólo participaron, sino que ganaron, y que nunca antes habían sido expuestos a programas de alfabetización audiovisual.
También está el caso de comunidades indígenas que tienen el deseo de decirnos, ellos mismos, manejando ellos la cámara, lo que nosotros no estamos acostumbrados a pensar a partir de la mirada que tradicionalmente hemos tenido de ellos; es decir, la mirada de lo indígena a partir de lo no indígena. Ahora, en cambio, estamos empezando a tener también una mirada de lo indígena a partir de lo indígena, o una mirada del niño o de la niña a partir de su propio universo infantil. En eso queremos poner el acento de este programa de Cine Comunitario. Un programa al que le conferimos mucha importancia, que cabalga en simultáneo con los programas formales y que nos da mayor amplitud a partir de la incorporación de nueva gente.
Se va generando un nuevo tipo de educación en la que creemos mucho, porque es una educación de aula abierta; una educación de otro tipo, totalmente libertaria
Cada uno de estos centros de producción de Cine Comunitario está instalado en lugares realmente extraordinarios, mágicos, porque creo que hay mucho realismo mágico en esto, y cada uno tiene su festival de cine. El año pasado, por ejemplo, hicimos 42 festivales. En Venezuela, hasta hace cinco años, había tres festivales de cine. El año pasado se hizo al menos uno en cada estado, y tenemos estados donde hay incluso dos o tres.
¿Qué ocurre en esos festivales? Vemos las creaciones de la propia gente. Y lo más importante: la gente se ve, la gente empieza a verse. Se hacen talleres, foros. Mandamos a cineastas que tengan un interés particular por las relaciones con comunidades y que tengan una formación especial en el área antropológica, etnográfica, histórica o lo que sea, y también en cine en general. Se van estableciendo vasos comunicantes. Así, hemos ido construyendo una red nacional de festivales y muestras de cine que este año han llegado a 51; es decir, hemos agregado nueve. Lo importante es poner en valor las cosas que ellos y ellas mismas son capaces de hacer, de producir.
Cine Comunitario en Venezuela. Festival Vale Vivo 2014, Caracas. © CNAC.
Cine Comunitario en Venezuela. Festival Vale Vivo 2014, Caracas. © CNAC.
Por otro lado, se está trabajando en una curaduría que permita colocar todos estos trabajos o buena parte de ellos en el enjambre de televisiones comunitarias y regionales que hay por toda Venezuela, que son muchas. Así, empiezan a cruzarse todos los programas sociales y educativos de inclusión, y empiezan a tener un sentido más global.
Venezuela tiene, por ejemplo, un programa de dotación de laptops y ordenadores a las escuelas primarias, que ahora se ha extendido a las escuelas secundarias. Se llaman “canaimitas”, por la exuberancia de nuestra Canaima. Un niño de siete años abre una “canaimita” y accede a contenidos audiovisuales, algunos de ellos hechos por ellos mismos. Es decir, la enseñanza de historia, la enseñanza de las artes plásticas, la enseñanza en algunos casos de la gimnasia o de algún oficio se van mostrando a través de un trabajo de inserción con modos aparentemente impropios de la educación convencional. Y se va generando un nuevo tipo de educación en la que creemos mucho, porque es una educación de aula abierta; una educación de otro tipo, totalmente libertaria, en la que se crea un espacio de libertad y no un espacio de opresión. Por supuesto, los niños siguen teniendo un maestro o una maestra, pero también es bueno que tengan su propio espacio para la creación individual.
Que vean que podemos aprender muchas más cosas en el mundo de los niños de las que nos imaginamos, si les pusiéramos un poquito más de atención.
Fuente: Programa Ibermedia