miércoles, octubre 25, 2006

TOLERANCIA:

"...desear cambiar y controlar a otro en
beneficio propio no es un acto de amor sino de violencia." (
Brenda Shoshanna, El zen y el arte de amar)

Ser tolerantes no es dejar que el otro haga lo que le dé la gana, ni que nos parezca bien todo lo que haga el otro. Tampoco se trata de ser frío e indiferente. Ser tolerantes es enfrentarse natural y abiertamente con la diferencia. Tolerar, no es evitar el conflicto, sino todo lo contrario, es lidiar constantemente con éste y luchar para llegar a un concilio, acuerdos, o al menos lograr una verdadera comunicación entre las partes divergentes o en conflicto. Al contrario de lo que se supone, la tolerancia tiene que ver más con decir NO!, que con decir sí. Porque si sedemos ante todos los deseos y la voluntad del otro, y siempre buscamos y procuramos complacerle aunque no estemos en muchos puntos de acuerdo con éste, nos estaremos convirtiendo en la persona que el otro quiere que seamos, sin darnos la oportunidad de ser quienes realmente somos, y de que la otra persona nos conozca como tal, y nosotros conocerle también en realidad a ella.

"La educación para la desobediencia surge como consecuencia de la pregunta que se hace desde la noviolencia al analizar las situaciones de dominio y opresión que se producen y han producido en la historia de la humanidad: ¿cómo es posible que un grupo minoritario de personas controle a toda la sociedad? La respuesta a la que se llega es sencillamente demoledora: sólo con la colaboración o complicidad de esa mayoría." (Xesús R. Jares. Educación para la paz. Su teoría y su práctica.)

Somos millones de mujeres, africanos, latinoamericanos, asiáticos, aborígenes, indígenas, afrodescendientes, musulmanes, gitanos, homosexuales, obreros, pobres, campesinos, discapacitados, etc., que hemos dicho NO! y que llevamos años y siglos de lucha, contra la opresión y los abusos de un sistema político-social, hecho a la medida del hombre blanco burgués, y que hoy día, podemos identificar con el nombre de neoliberalismo.

La historia occidental está plagada de guerras, de luchas mundiales y de violaciones a los derechos humanos y culturales, en favor del control, la dominación y opresión, de grupos humanos. El ejercicio de la ciudadanía constituyó en un principio, dentro de la sociedad occidental, un derecho exclusivo de la clase burguesa, la cual, estableció oficialmente sus códigos culturales para poder ejercer la “ciudadanía universal”. El pensamiento moderno ideó “un sujeto universal abstracto cuya capacidad de entender la realidad se media a priori por categorías cognoscitivas” (Torres, 2001), está concepción del “hombre” y de su realidad, excluyó de la esfera pública y de la historia de la cultura occidental, a numerosos sectores de la sociedad, dado que éstos últimos poseían otras cosmovisiones, diferentes a la realidad cartesiana. Ser un ciudadano y gozar de los derechos y beneficios que demanda tal condición, constituyó un privilegio exclusivo de las elites sociales hasta buena parte del siglo XX. Sólo en las últimas décadas del siglo pasado, el sujeto social logra romper con este modelo burgués o concepción burguesa del ejercicio de la ciudadanía, dándole cada vez más espacio e importancia al debate público sobre los derechos culturales y los derechos de “las minorías”.
Elba Poleo, La Cultura y la construcción de la Ciudadanía Democrática Multicultural

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