lunes, septiembre 25, 2006

HISTORIAS DE VIOLENCIA:

Salvador Puig Antich

La película Salvador (2006) del cineasta catalán Manuel Huerga, narra los últimos acontecimientos en la vida de Salvador Puig Antich, quién fuera miembro del Movimiento Ibérico de Liberación y quién en 1974, se convirtió en la última víctima de la pena de muerte, dentro del régimen franquista. Mientras miraba la película además de sobresaltarme a cada momento con los disparos, no sólo mis oídos sino todo mi ser revivía esa frase que citaba el protagonista: -No se puede vivir con el miedo en el cuerpo-. Y es que muchos venezolanos y latinoamericanos hemos sobrevivido a una adolescencia dónde la muerte a manos de cualquier efectivo policial nos rondaba a cada paso y no precisamente por ser militantes políticos como en el caso de Puig Antich, sino por el simple hecho de respirar, es decir, de ser un adolescente y vivir en un barrio pobre de Caracas o en cualquier otro barrio pobre de otra ciudad latinoamericana:

-También, recuerdo un estudiante de cuarto año de bachillerato, de 17 años de edad, que mató la PM hace 14 años, en un confuso operativo en la avenida Baralt. El liceísta no era delincuente, fue confundido y murió injustamente- [1]

Pero quienes hemos vivido la impotencia de ver como niños de 14 y 15 años de tu barrio, eran asesinados por la policía, ya sea en protestas estudiantiles o en operativos policiales; el dolor, de que miembros de tu familia y amigos, fueran también víctimas mortales de la violencia formal de un "Estado Democrático"... ese vivir con el miedo metido en el cuerpo durante los últimos quince años, ese no saber cuando una bala además del impacto de su sonido, podía llegar a impactar contra tu cuerpo o el cuerpo de alguno de tus seres queridos; también hemos tenido que vivir esta realidad a solas, porque para el resto de los ciudadanos venezolanos está realidad ha sido totalmente ignorada. Hay un gran conjunto de venezolanos para los cuales, los hechos que les he narrado anteriormente simplemente nunca existieron y, otra parte mayor aún, que tiene algún familiar(en su mayoría niños y jóvenes), fallecido de forma trágica durante la década de los noventa. Como si hubiésemos nacido y crecido en dos países distintos, y a lo mejor, resulta cierto, porque en Venezuela como en el resto de los países latinoamericanos, existe una dualización de la ciudadanía, producto de años de pobreza y marginalización:

33% de los jóvenes tiene acceso al bachillerato. El restante vive sin sus necesidades básicas satisfechas y 43% de ellos no obtiene trabajo. En 1999 casi 1.000 jóvenes incurrieron en delitos según casos denunciados. [2]

[1] Declaraciones de un periodista venezolano que cubrió por muchos años el área de sucesos.
[2] Dagnino, M. Vivir en el barrio: Cuando el futuro no significa nada (24 de Marzo, sector La Bombilla, de Petare). El Universal, Domingo 11 de Febrero de 2001, Pág. 4-1.

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