domingo, noviembre 05, 2006

HISTORIAS DE VIOLENCIA II:

La violencia como ejercicio político del neoliberalismo
... se puede hablar de dos sensibilidades; la que permite ser artista y la otra, la que
llamamos sensibilidad consciente, que es la que hace incorporar esa hermosa
posibilidad de ser artista en defensa de la dignidad del hombre, de la dignidad
de nuestros pueblos.
Alí Primera
La década de los noventa fue una década signada por la intolerancia, el pesimismo, la desesperanza y la violencia. Lo acontecido a principios de la década de los noventa, fue una revolución social y cultural, como la ocurrida a finales de los años sesenta y principios de los setenta, otro quiebre y crisis del sistema capitalista, en este caso, no por el reclamo de los derechos formales, que las llamadas “minorías” para la década de los noventa ya habían alcanzado, aunque sólo de manera nominal, sino por el cumplimiento efectivo de tales derechos, esta vez las “minorías” protestaban y exigían gozar por completo, de forma real y directa, de los derechos y beneficios que como ciudadanos democráticos se merecían y les pertenecían. Sin embargo, la respuesta que el Estado Democrático le dio a éstos ciudadanos marginados y excluidos “por y del” mismo Estado “Democrático”, que reclamaban sus derechos humanos, sociales y culturales más elementales, fue la de más exclusión, más pobreza, más represión y más violencia:

También, recuerdo un estudiante de cuarto año de bachillerato, de 17 años de edad, que mató la PM hace 14 años, en un confuso operativo en la avenida Baralt. El liceísta no era delincuente, fue confundido y murió injustamente (1).

En la década de los noventa también el fatalismo y la violencia, invadieron el discurso de algunos teóricos sociales e intelectuales, para los cuales vivir en democracia, se convirtió en una quimera inalcanzable. Por casualidad, quienes criticaban duramente el sistema democrático y planteaban su ingobernidad, eran los intelectuales del status quo o intelectuales neoliberales que criticaban tanto la “universalidad” y totalidad del sistema democrático, como también los particularismos más radicales. Parecían no encontrar ninguna solución en los bandos extremos, a lo que proponían su “particularismo radical universal”, es decir, la hegemonía de la cultura occidental tenía que sobrevivir a como de lugar, aunque ya no fuese bajo un sistema tan democrático:

Parecían triquitraques de diciembre, aquellos estallidos que surcaban la Intercomunal de El Valle... El ejército venezolano, por primera vez en mucho tiempo, disparaba sus FAL, contra viviendas de los cerros caraqueños (2).

El 27 de febrero de 1989, es una de las más tristes y lamentables fechas de la historia contemporánea venezolana, donde centenares de ciudadanos venezolanos, perecieron en manos de Las Fuerzas Armadas Nacionales. Así como el ejemplo del Caracazo, son muchos los casos de violaciones a los derechos humanos que por parte de las mismas instituciones del Estado Venezolano, han ocurrido en el país, a lo largo del “establecimiento” de la “democracia”. El 27 de Febrero de 1989, también constituye un ejemplo y una consecuencia directa de la dualización de la ciudadanía (Torres, 2001). Al día siguiente de “El Caracazo”, de los disturbios y saqueos, que protagonizaron las comunidades más pobres de Caracas y del interior del país, mientras una parte de los caraqueños aguardaba en la tranquilidad de sus hogares, la otra parte, era asesinada, por las Fuerzas Armadas Nacionales. La diferencia entre unos caraqueños y otros, fue que los más pobres se habían lanzado a las calles a protestar y saquear tiendas y supermercados, porque no pudieron resistir el aumento del pasaje en las líneas de transporte urbano, ni el alto coste de la vida, desde que el gobierno de turno, había lanzado, el famoso “paquete de medidas económicas”, por sugerencia del Fondo Monetario Internacional. Esto es la terrible y lamentable consecuencia de un Estado que está totalmente subordinado a las exigencias del Mercado.
El modo en que actuamos y nos desenvolvemos públicamente, es decir, la manera en que “yo soy ciudadano”, está implícitamente ligada a lo que “nuestra cultura” entiende por ciudadanía, es decir, se corresponde con un modelo cultural. Lo mismo ocurre con nuestra forma de ejercer la política y los gobiernos. La violencia como la plantea el Neoliberalismo, es en sí, un camino, una forma de ser y de actuar socialmente, con esto queremos decir que el Neoliberalismo formaliza la violencia, la acepta y justifica. Entonces, para la Ideología Neoliberal, es “normal” que el Estado atropelle y acabe sistemáticamente con la vida de sus ciudadanos, es “normal” también, que los gobiernos y los presidentes se conviertan en asesinos. Pero una persona no es por naturaleza insolidaria y violenta, ya que la violencia también constituye una manera de expresarse socialmente, es decir, se aprende a como ser insolidario y violento, pero también se aprende a como ser democráticos, solidarios y tolerantes.
Por esta razón, la educación en valores, la educación hacia una cultura democrática y de paz, es uno de los retos y compromisos fundamentales, dentro de las políticas de los Estados, y dentro de las acciones que promuevan los diferentes pueblos, culturas y sociedades en general, en el marco del establecimiento de una concepción de ciudadanía de cara al Siglo XXI.

[1] Declaraciones de un periodista venezolano que cubrió por muchos años el área de sucesos.
[2] Ojeda, F. Beirut en Caracas, El Nacional, Miércoles 1 de marzo de 1989, pág.D-6.

No hay comentarios.: